Y de repente llega el día,
el mágico instante en el que nos reconocemos
y nos damos la oportunidad de expresarnos
en toda la intensidad de nuestro ser,
en el máximo nivel de frecuencia
en el que somos capaces de vivir,
liberándonos del miedo.
Entonces somos libres de nuevo
para seguir caminando
en la dirección que hemos elegido
de acuerdo a nuestros propios valores reales,
dejando atrás la pereza y la mediocridad,
el odio, la autocompasión
y toda clase de penas.
Y en ese mismo momento
sentimos cómo la vida recorre nuestras venas,
escuchamos el alegre canto de nuestro corazón
y una sonrisa florece en nuestro rostro.
Qué preciosidad.
ResponderEliminarparecem un himno a la esperanza.
El valor del reconocimiento en uno mismo.
Me ha encantado.
Un abrazo.
Gracias Irene
ResponderEliminarEs un honor que te guste mi poesía y mi pequeña inspiración creativa
Un abrazo
Namaste
Sereno,fresco y con corazón...Gracias por tan hermoso poema.
ResponderEliminarUn abrazo.