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22/6/11

La Noche de San Juan




La noche de San Juan ha pasado a nuestro calendario como una fiesta católica, pero hunde sus raíces en rituales paganos que se celebraban durante el solsticio de verano y el cénit del astro rey. En el hemisferio norte, al mediodía del 21 de junio, el Sol alcanza el punto más alto en el cielo, y la jornada se convierte en la más larga del año. A partir de entonces los días se van acortando. Nuestros antepasados temían que el Sol se fuera ocultando paulatinamente y no recuperara su esplendor total. Y para asegurar su retorno, así como para propiciar la fertilidad de la tierra y la abundancia de las cosechas, llevaban a cabo ceremonias donde el fuego era el protagonista como símbolo solar.




Estos festivales se extendían del 20 al 24 de junio, y durante ellos tenían lugar toda clase de rituales mágicos. Los druidas celtas, por ejemplo, encendían grandes fogatas por las que hacían pasar al ganado para preservarlo de las epidemias. Se creía que en esos días las hadas y los geniecillos de la Naturaleza andaban sueltos por los campos, por lo que se les dedicaban ofrendas en recompensa por su ayuda. Se hacían fuegos frente a las puertas de las casas, en las plazas de los pueblos, en las cumbres de colinas y montañas o junto al mar, en los que se quemaban ruedas de madera que se echaban a rodar por las laderas y se organizaban procesiones con antorchas. Pero el ritual de protección más extendido era bailar y saltar alrededor del fuego. Por la mañana se apagaban las fogatas a modo de renovación.





Antecedentes similares pueden hallarse en las fiestas de Beltaine (1 de mayo) de los druidas, cuyo nombre significa fuego bello. Asimismo, en la mitología griega los solsticios eran considerados como las puertas del año y se consagraban al dios Jano, la deidad de las dos caras. Se decía que la puerta del solsticio de invierno daba entrada al reino de los dioses y la del solsticio de verano al reino de los hombres. No es difícil ver la similitud entre Jano y Juan, y suponer que la religión cristiana insertó las festividades de San Juan Evangelista (27 de diciembre) y San Juan Bautista (24 de junio) en las proximidades de los dos solsticios para dar una continuidad solapada a los ritos paganos. Estos pudieron seguir celebrándose así sin despertar sospechas de brujería. Y gracias a ello han llegado hasta nosotros numerosos rituales para potenciar la protección de la Naturaleza y de sus seres o para hacer realidad los deseos.



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