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26/4/12

Consideraciones idiomáticas



Desde que las insignias se llaman "pins"; los homosexuales,"gays"; las comidas frías, "lunchs", y los repartos de cine, "castings", este país no es el mismo. Ahora es mucho más moderno. Durante muchos años, los españoles estuvimos hablando en "román paladino" sin enterarnos. Y, lo que es todavía peor, sin darnos cuenta siquiera de lo atrasados que estábamos. Los niños leíamos tebeos en lugar de “comics”, los jóvenes hacíamos fiestas en vez de “parties”, los estudiantes pegábamos “posters” creyendo que eran carteles, los empresarios hacían negocios en vez de “business”, las secretarias usaban medias en vez de “panties” y los obreros -ordinarios e ignorantes- sacaban la fiambrera al mediodía en vez del ”catering”.

Yo mismo, en el Instituto, hice “aeróbic” muchas veces, pero como no lo sabía -ni usaba, por supuesto, las mallas adecuadas-, no me sirvió de nada. En mi ignorancia, creía que hacia gimnasia. Afortunadamente, todo esto ya ha cambiado. Actualmente, España es un país rico que está dentro de la Unión Europea, y a los españoles se nos nota el cambio simplemente cuando hablamos, lo cual es muy importante...

El lenguaje, ya se sabe, es como la prueba del algodón. No es lo mismo decir “bacon” que tocino -aunque tenga el mismo colesterol-, ni vestíbulo que “hall”, ni inconveniente que “handicap”. Las cosas, en otro idioma, mejoran mucho y tienen mayor prestancia. Sobre todo en inglés, que es el idioma que manda.

Desde que Nueva York es la capital del mundo, nadie es realmente moderno mientras no diga en inglés un mínimo de cien palabras. Desde ese punto de vista, los españoles estamos ya completamente modernizados. Es más, creo que hoy en el mundo no hay nadie que nos iguale. Porque, mientras en otros países toman sólo del inglés las palabras que no tienen (bien porque sus idiomas son pobres, cosa que no es nuestro caso, o bien, porque pertenecen a lenguajes de reciente creación, como el de la economía o el de la informática) nosotros, más generosos, hemos ido mas allá y hemos adoptado incluso las que no nos hacían falta. Lo cual demuestra nuestra apertura y nuestra capacidad para superarnos. Así, ahora, por ejemplo, ya no decimos bizcocho, sino “plum-cake”, que queda mucho mas fino, ni tenemos sentimientos, sino “feelings”, que es mucho más elegante. Y de la misma manera, sacamos “tickets”, escuchamos “compacts”, usamos “kleenex”, comemos “sándwichs”, vamos al “pub”, nos “estresamos” y los domingos, cuando salimos al campo en lugar de acampar como hasta ahora, hacemos “camping”. Y todo ello ya digo, con la mayor naturalidad y sin darnos apenas importancia.

Obviamente, esos cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y han cambiado nuestro aspecto, que ahora es mucho más moderno y elegante. Por ejemplo, los españoles ya no usamos calzoncillos, sino “slips”, lo que nos permite marcar paquete con más soltura que nuestros padres; ya no nos ponemos ropa, sino “sweaters, polos o jeans”; ya no tomamos café, hacemos un “coffee break”, que es infinitamente mejor, sobre todo si va mojado, en lugar de con galletas, que es una vulgaridad, con “corn-flakes” o “cookies” y cuando nos afeitamos, nos ponemos “after-shave”, que aunque parezca lo mismo, nos deja el cutis más terso.

En el plano colectivo ocurre exactamente lo mismo que pasa en privado; todo ha evolucionado. En España, por ejemplo, hoy la gente ya no corre, hace “jogging o footing”; ya no estudia, hace “masters”; ya no aparca, deja el coche en el “parking”, que es muchísimo mas práctico.

Entre los profesionales, la cosa ya es exagerada. En la oficina por ejemplo, el jefe ya no es el jefe, es el “boss”, y está siempre reunido con la “public-relations” o con el asesor de imagen y ya no hace viajes de negocios, ahora se va a hacer “business” a “Holland” junto con su secretaria. En su maletín de mano, al revés que los de antes, que lo llevaban repleto de papeles, una agenda y latas de fabada, lleva tan sólo un teléfono, una “palm Pilot” y un “fax-modem” por si acaso. La secretaria tampoco le va a la zaga, aunque seguramente es de Cuenca, ya no lleva agenda ni confecciona listados, ahora hace “mailings”, “trainings” y “press-books” para la prensa, y cuando acaba el trabajo va al gimnasio a hacer “gim-jazz”. Allí se encuentra con todas las de la “jet”, que vienen de hacerse “liftings”, y con alguna “top-model” amante del “body-fitness” y del “yogourt” desnatado. Todas toman, por supuesto, cosas “light”, ya no fuman tabaco, que ahora es una cosa “out” y cuando acuden a un “cocktail” toman “bitter”, que es mucho más digestivo y “roast-beef”, que sabe igual que la carne asada.

En la televisión, entre tanto, ya nadie hace entrevistas ni ponen, como antes, un programa. Ahora hacen “intervius” y presentan “magazines”, que dan mucha mas prestancia aunque aparezcan siempre los mismos y con los mismos collares. Si el presentador dice mucho “O.K.” y se mueve todo el rato, al “magazine” se le llama “show” -que es distinto de espectáculo-, y si este es un “show heavy”, es decir, tiene carnaza, se le adjetiva de "reality" para quitarle la cosa cutre que tiene en castellano. Entre medias, por supuesto, ya no ponen anuncios, sino “spots”, que como duran mucho más que antes nos permiten hacer “zapping”.

En el deporte del “basket” -que antes era baloncesto-, los equipos (“clubes”) ya no se eliminan, sino que juegan “play-offs”, que son más emocionantes, y a los patrocinadores se les llama “sponsors”, que para eso son los que pagan. En el “fútbol”, los “misters” se juegan el cargo en la “Champion League”, aunque siempre tienen la “chance” de salvar el cuello.

El mercado ahora es el “marketing”; el autoservicio, el “self-service”; el escalafón, el “ranking”; el solomillo, el “steak” (incluso aunque no sea “tartar”); la gente guapa, la “beautiful people”, y el representante, el “manager”. Y desde hace algún tiempo, los importantes también son “vips”; los auriculares, “walk-man”; los puestos de venta, “stands”; los ejecutivos, “yuppies”; las niñeras, “baby-sitters”, y los derechos de autor, “royalties”. Hasta los pobres ya no son pobres, ahora los llamamos “homeless”, como en América, lo que indica hasta que punto hemos evolucionado.

Para ser ricos del todo y quitarnos el complejo de país tercermundista que tuvimos algún tiempo y que tanto nos avergonzaba, sólo nos queda ya decir siesta (la única palabra que el español ha exportado al mundo, lo que dice mucho a favor nuestro) con acento americano.

Espero que este mensaje le haya sido de utilidad. Yo antes de leerlo no sabía si tenía “stress” o es que estaba hasta los cojones.






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