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2/2/12

" El Trabajo ".Un sistema de transformación muy interesante. 4ª parte.




Tu turno: la Hoja de Trabajo

Ahora sabes lo suficiente para tratar de realizar El Trabajo. En primer lugar, escribe tus pensamientos en un papel. Todavía no ha llegado el momento de indagar con las cuatro preguntas; eso lo haremos más adelante. Escoge una persona o una situación y escribe sobre ella utilizando frases cortas y sencillas. Acuérdate de dirigir el dedo acusador hacia fuera. Puedes escribir a partir de tu situación actual o desde el punto de vista que tenías a los cinco o a los veinticinco años. Por favor, no escribas sobre ti todavía.

1. ¿Quién provoca tu enfado o tu tristeza o te decepciona?

¿Qué es lo que no te gustaba o todavía no te gusta de esta persona? (Recuerda: sé duro, infantil y mezquino.) No me gusta (estoy enfadado con, o triste o confundido por) (nombre) porque ____________________________________________

2. ¿Cómo quieres que cambie? ¿Qué quieres que haga?

Quiero que (nombre) __________________

3. ¿Qué es lo que debería o no debería hacer, ser, pensar o sentir? (Nombre) debería (no debería) ________

4. ¿Necesitas algo de esa persona? ¿Qué tiene que darte o hacer para que seas feliz? (Finge que es tu cumpleaños y que puedes pedir absolutamente todo lo que quieras. ¡Adelante!)

Necesito que (nombre) ________

5. ¿Qué piensas de esa persona? Haz una lista. (No seas racional ni amable.) (Nombre) es ____________

6. ¿Qué es lo que no quieres experimentar nunca más con esa persona, cosa o situación? No quiero nunca más o me niego a _______


Tu turno: la indagación

Una a una, somete cada afirmación de tu «Hoja de Trabajo para juzgar a tu prójimo» a la prueba de las cuatro preguntas, y después invierte la afirmación con la que estés trabajando. (Si necesitas ayuda, puedes volver a consultar el ejemplo de Paul que he dado en este mismo capítulo.) A lo largo de este proceso, explora la apertura a otras posibilidades que están más allá de lo que crees saber. Comprobarás que no hay nada más excitante que descubrir la mente desconocida.

Es como zambullirse en el agua. Continúa haciendo la pregunta y espera. Permite que sea la respuesta quien te encuentre. Yo lo llamo «el corazón que recibe a la mente»: la polaridad más benévola de la mente (el corazón) recibiendo a la polaridad que está confundida porque no ha sido investigada.

Cuando la mente pregunte sinceramente, el corazón responderá.

Quizás empieces a experimentar revelaciones sobre ti y tu mundo capaces de transformar tu vida entera, para siempre.

Observa la primera afirmación que has escrito en el punto 1 de tu Hoja de Trabajo. Ahora, hazte las siguientes preguntas:

1. ¿Es eso verdad?

Para mí, la realidad es lo que es verdad. La verdad es cualquier cosa que está delante de ti, cualquier cosa que realmente está sucediendo. Te guste o no, ahora está lloviendo.

«No debería estar lloviendo» es simplemente un pensamiento.

En realidad, el «debería» y el «no debería» no existen. Son sólo pensamientos que imponemos a la realidad. Sin los «debería» y «no debería», podemos ver la realidad tal como es, y esto nos hace libres para actuar de una manera efectiva, lúcida y sensata.

Tómate el tiempo que necesites. El Trabajo consiste en descubrir lo que es verdad en lo más profundo de tu interior.

Ahora estás escuchando tus respuestas, no las de otras personas ni tampoco cualquier otra cosa que hayan podido enseñarte.

Esto puede resultar muy perturbador, porque estás entrando en lo desconocido. A medida que continúes sumergiéndote más profundamente, permite que la verdad que está en tu interior salga a la superficie a fin de responder a la pregunta. Sé amable mientras llevas a cabo tu indagación. Permite que la experiencia te embargue completamente.

2. ¿Tienes la absoluta certeza de que eso es verdad?

Si la respuesta a la primera pregunta es sí, pregúntate: « ¿Tengo la absoluta certeza de que eso es verdad?». En muchos casos, la afirmación sólo parece ser verdad. Claro que lo parece. Tus conceptos se basan en una vida entera de creencias que no has investigado.

Tras despertarme a la realidad en el año 1986, en muchas ocasiones advertí que la gente, en las conversaciones, los medios de comunicación y los libros hacía afirmaciones como estas: «En el mundo no hay suficiente comprensión», «Hay demasiada violencia», «Deberíamos amarnos más los unos a los otros». Son historias que yo también solía creer. Parecían ser afirmaciones sensibles, amables y humanitarias pero cuando las escuchaba, advertía que creer en ellas me provocaba tensión y me impedía sentirme sosegada interiormente.

Por ejemplo, cuando escuchaba la historia: «La gente debería ser más afectuosa», surgían en mí las preguntas: « ¿Tengo la absoluta certeza de que eso es verdad? ¿Puedo realmente saber por mí misma, en mi interior, que la gente debería ser más afectuosa?

Aun cuando el mundo entero me diga que así debería ser, ¿es realmente verdad?». Y para mi sorpresa, cuando escuché mi voz interior, vi que el mundo es lo que es, nada más y nada menos.

En lo referente a la realidad, no hay ningún «debería ser». Sólo hay lo que es, de la manera que es y en este mismo momento. La verdad es anterior a cualquier historia. Y cualquier historia, antes de la investigación, nos impide ver lo que es verdad.

Finalmente, podía indagar sobre cualquier historia potencialmente incómoda: « ¿Tengo la absoluta certeza de que eso es verdad?». Y la respuesta, como la pregunta, constituía una experiencia: No. Permanecía aferrada a esa respuesta: solitaria, tranquila, libre.

¿Cómo no iba a ser la respuesta correcta? Toda la gente que conocía y todos los libros decían que la respuesta debería ser sí, pero yo llegué a comprender que la verdad no puede ser dictada por nadie, porque tiene una existencia propia. En presencia de ese no interior, comprendí que el mundo es siempre como debe ser, me opusiese a él o no. Y llegué a aceptar la realidad con todo mi corazón. Amo el mundo, sin condiciones.

Si tu respuesta continúa siendo sí, bien. Si piensas que tienes la absoluta certeza de que eso es verdad, lo adecuado es pasar a la tercera pregunta.

3. ¿Cómo reaccionas cuando tienes ese pensamiento?

Con esta pregunta empezamos a advertir la causa y el efecto interiores. Te das cuenta de que, cuando crees en el pensamiento, experimentas una sensación incómoda, una perturbación cuya intensidad puede variar desde un tenue malestar hasta el miedo o incluso el pánico.

Después de que las cuatro preguntas me descubriesen, reparaba en pensamientos como: «La gente debería ser más afectuosa» y observaba que me provocaban un sentimiento de desasosiego. Me daba cuenta de que, antes del pensamiento, sentía paz. Mi mente estaba tranquila y serena. Así era yo sin mi historia. Entonces, en la quietud de la conciencia, empecé a observar los sentimientos que provenían de mi apego a ese pensamiento. Y en esa quietud pude ver que el resultado de creer en ese pensamiento era un sentimiento de desasosiego y tristeza. Cuando me pregunté: « ¿Cómo reacciono cuando tengo ese pensamiento, cuando creo que la gente debería ser más afectuosa?», comprobé que no sólo experimentaba una sensación de incomodidad (esto era obvio), sino que también reaccionaba elaborando imágenes mentales.

Para demostrarme que ese pensamiento era verdad, me iba volando un mundo que no existía Había reaccionado viviendo en un cuerpo lleno de tensión y viéndolo todo a través de unos ojos temerosos; era una sonámbula, alguien sumido en una pesadilla interminable. El remedio consistía sencillamente en investigarlo.

Adoro la tercera pregunta. Una vez que la respondes por ti mismo, una vez que comprendes la causa y el efecto de un pensamiento, todo el sufrimiento empieza a desenmarañarse.

4. ¿Quién serías sin ese pensamiento?

Esta es una pregunta muy poderosa. Imagínate en presencia de la persona sobre la que has escrito cuando está haciendo lo que tú crees que no debería hacer. Ahora cierra los ojos durante uno o dos minutos, respira profundamente e imagina quién serías si no fueses capaz de tener ese pensamiento. ¿De qué manera cambiaría tu vida en la misma situación pero sin ese pensamiento? Mantén los ojos cerrados y observa a esa persona sin tu historia. ¿Qué es lo que ves?

¿Cómo te sientes con ella sin tu historia? ¿Cómo la prefieres: con o sin tu historia? ¿Qué resulta más amable? ¿Qué resulta más apacible?

Para muchas personas, la vida sin sus historias es literalmente inimaginable. No tienen ninguna referencia. Por esa razón, una respuesta común a esta pregunta es: «No lo sé». Otras personas responden diciendo: «Sería libre», «Tendría paz» o

«Sería una persona más afectuosa». Tú podrías decir: «Estaría lo bastante lúcido para comprender la situación y actuar con eficacia». Sin nuestras historias no sólo somos capaces de actuar con eficacia y sin miedo, sino que también nos convertimos en un amigo que sabe escuchar. Somos personas que viven felizmente su vida. La apreciación y la gratitud se han convertido para nosotros en algo tan natural como respirar. La felicidad es el estado natural de alguien que sabe que no hay nada que saber y que ya tiene todo lo que necesita aquí y ahora.



Haz la inversión

Con este propósito, escribe de nuevo tu afirmación. En primer lugar, escríbela como si la hubieses escrito sobre ti. Donde has puesto el nombre de la persona sobre la que estás hablando, pon el tuyo. En lugar de «él» o «ella», escribe «yo». Por ejemplo: «Paul debería ser amable conmigo» se convierte en: «Yo debería ser amable conmigo misma» y «Yo debería ser amable con Paul». Otro tipo de inversión es la de 180 grados. Con ella conseguimos el extremo opuesto: «Paul no debería ser amable conmigo». No debería serlo porque no lo es (en mi opinión). No es una cuestión de moralidad, sino que sencillamente es verdad.

Quizá llegues a descubrir tres, cuatro o incluso más inversiones posibles para una sola afirmación. O tal vez sólo haya una que sea verdadera para ti.

Considera si la afirmación invertida es tan verdadera como (o incluso más verdadera que) la original. Por ejemplo, la inversión

«Yo debería ser amable conmigo misma» parece tan verdadera como (o más verdadera que) la afirmación original, porque cuando pienso que Paul debería ser amable conmigo, me enfado y me lleno de resentimiento, y de este modo, me provoco mucha tensión nerviosa. Esto no es ser amable con uno mismo. Si fuese amable conmigo misma, no tendría que estar esperando la amabilidad de los demás. «Yo debería ser amable con Paul»: esta inversión también es, al menos, tan verdadera como la afirmación original. Cuando pienso que Paul debería ser amable conmigo y me enfado y me lleno de resentimiento, lo trato secamente, en especial en mi mente. Mejor empezar por mí misma y actuar como me gustaría que actuase Paul. En cuanto a «Paul no debería ser amable conmigo», eso es, con toda seguridad, más cierto que lo opuesto. No debería ser amable porque no lo es. Esa es la realidad.

La inversión es una parte de El Trabajo muy poderosa.

Mientras pienses que la causa de tu problema está «ahí fuera» - mientras pienses que cualquier persona o cualquier cosa es la responsable de tu sufrimiento-, la situación es irremediable.

Significa que te sitúas para siempre en el papel de víctima, que estás sufriendo en el paraíso. De modo que empieza a llevar la verdad a casa y a liberarte. La indagación combinada con la inversión es el camino más rápido para llegar a comprendernos a nosotros mismos.

La inversión para la afirmación del punto 6

Esta inversión Hoja de Trabajo es un poco distinta a las demás.

Substituimos «No quiero... nunca más...» por «Estoy dispuesto a.» y «Estoy deseoso de...». Por ejemplo, «No quiero discutir nunca más con Paul», al invertirse queda así: «Estoy dispuesta a discutir con Paul de nuevo» y «Estoy deseosa de discutir con Paul de nuevo».

El objeto de esta inversión es el de aceptar toda la vida.

Decir y querer decir: «Estoy dispuesto a... » da lugar a la apertura, la creatividad y la flexibilidad. Cualquier resistencia que puedas haber sentido se suaviza y esto te permite iluminarte, en lugar de seguir aplicando desesperadamente la fuerza de voluntad, o la mera fuerza, para erradicar esa situación de tu vida. Decir y querer decir: «Estoy deseoso de... » es una manera de abrirte activamente a lo que la v ida despliega ante ti.

Es bueno reconocer que los mismos sentimientos o la misma situación pueden suceder de nuevo, aunque sólo sea en tus pensamientos. Cuando comprendes que el sufrimiento y el malestar son la llamada para iniciar la indagación, probablemente empieces a esperar con ilusión los sentimientos molestos. Tal vez incluso los consideres amigos que vienen a enseñarte que todavía no has investiga- do el camino con la suficiente meticulosidad.

Ya no es necesario esperar a que la gente o las situaciones cambien a fin de experimentar la paz y la armonía. El Trabajo es la manera más directa de orquestar tu propia felicidad.




Preguntas y respuestas

P. Me cuesta trabajo escribir acerca de otros. ¿Puedo escribir acerca de mí mismo?

R. Si quieres conocerte, sugiero que escribas acerca de otra persona. Enfoca El Trabajo hacia fuera al principio, y quizá llegues a ver que todo lo de allá fuera es un reflejo directo de tu propio pensamiento. Todo se trata de ti. La mayoría de nosotros hemos estados apuntando nuestra crítica y nuestros juicios hacia nosotros mismos durante años, y no hemos solucionado nada con ello. Juzgar a otra persona, hacer las preguntas, e invertir la aseveración es el camino más corto a la comprensión y la autorrealización.

P: ¿Cómo puedes decir que la realidad es buena? ¿Qué hay de las guerras, las violaciones, la pobreza, la violencia y el abuso sexual y el maltrato de los niños?

¿Los toleras?

R: ¿Cómo podría tolerar todo eso? Sencillamente advierto que si creo que no debería existir, sufro. Esas cosas existen hasta que dejen de hacerlo. ¿Puedo poner fin a mi guerra interior? ¿Puedo dejar de violarme a mí misma y violar a los demás con pensamientos abusivos? Si no soy capaz de hacerlo, continúo en mí misma precisamente lo que quiero acabar en el mundo.

Comienzo poniendo fin a mi propio sufrimiento, mi propia guerra. Es el trabajo de una vida.

P: Entonces, lo que dices es que debo aceptar la realidad tal como es y no luchar con ésta. ¿Estoy en lo correcto?

R: El Trabajo no determina lo que alguien debe o no debe hacer.

Sencillamente preguntamos: ¿Cómo afecta tu vida luchar contra la realidad? ¿Cómo se siente? Este Trabajo explora la causa y el efecto del apego a pensamientos dolorosos, y mediante esa investigación encontramos nuestra libertad. Sencillamente dictaminar que no debemos luchar contra la realidad sólo agrega otra “historia”, otra filosofía o religión a la realidad. Nunca ha funcionado.

P: Parece que aceptar siempre la realidad sea como no querer nunca nada. ¿No es más interesante querer cosas?

R: Mi experiencia es que yo siempre quiero algo. ¡No sólo es interesante, es extático! Los que quiero es lo que es. Lo que amo es lo que ya tengo. Cuando quiero lo que tengo, no hay separación entre el pensamiento y la acción; se mueven juntos sin conflictos. Siempre que experimentes alguna carencia, escribe tu pensamiento e indaga. En mi opinión, la vida nunca se queda corta y no requiere un futuro. Todo lo que necesito se me proporciona siempre y no tengo que hacer nada para conseguirlo.

No hay nada más estimulante que amar lo que es.

P: Supón que no tengo un problema con las personas.

¿Puedo escribir acerca de cosas tales como mi cuerpo?

R: Sí. Haz El Trabajo sobre cualquier área de tu vida que produce estrés. A medida que te familiarices con las cuatro preguntas y la inversión, puedes escoger temas como el cuerpo, la enfermedad, la profesión o hasta Dios. Luego, experimenta usando la frase “mi pensamiento” en vez del tema cuando hagas las inversiones.

Ejemplo: “Mi cuerpo debería ser fuerte y saludable”

“Mi pensamiento debería ser fuerte y saludable”

¿No es lo que verdaderamente quieres? ¿Una mente balanceada y saludable? ¿Alguna vez el cuerpo enfermo ha sido el problema? O ¿son tus pensamientos acerca del cuerpo enfermo los que causan el problema y el estrés? Investiga. Deja que el médico se ocupe de tu cuerpo, mientras tú te ocupas de tu pensamiento. Tengo un amigo que no puede mover su cuerpo y ama su vida. La libertad no requiere de un cuerpo sano. Libera tu mente.

P: ¿Cómo puedo aprender a perdonar a alguien que me hizo mucho daño?

R: Juzga a tu enemigo, escribe tus afirmaciones, hazte las cuatro preguntas e invierte las afirmaciones. Comprueba por ti mismo que el perdón significa descubrir que lo que creíste que había sucedido no sucedió. Si no ves que no hay nada que perdonar, es que realmente no has perdonado. Nadie ha herido nunca a nadie.

Nadie ha hecho nunca nada terrible. No hay nada terrible salvo tus pensamientos no investigados sobre lo que ocurrió. De modo que, siempre que sufras, indaga, examina los pensamientos que estás teniendo y libérate. Sé un niño. Empieza por la mente que todo lo desconoce. Lleva esa ignorancia hasta la libertad. - _

P: ¿Es la indagación un proceso de pensamiento? Y si no es eso, ¿qué es?

R: La indagación parece ser un proceso de pensamiento, pero, en realidad, es un medio para deshacer pensamientos. Cuando comprendemos que, de todos modos, no somos nosotros quienes los pensamos, los pensamientos pierden su poder sobre nosotros.

Los pensamientos sencillamente aparecen en nuestra mente. No son personales. A través de El Trabajo, en vez de evadir o reprimir los pensamientos, aprendemos a recibirlos con los brazos abiertos.




“Katie-ismos”

Cuando discutes con la realidad, pierdes, pero nada más siempre.

Las personalidades no aman, quieren algo.

Si tuviera una oración especial sería: “Dios, libérame de desear amor, aprobación o aprecio. Amen.”

No finjas estar más allá de tu propia evolución.

Yo soy el causante de mi propio sufrimiento, pero sólo de todo ello.

Una mente sin cuestionar es el mundo del sufrimiento.

Cualquier cosa que quieras preguntarle a un maestro, pregúntatelo a ti mismo. Si realmente quieres saber la verdad, la respuesta se encontrará con tu pregunta.

No es tu trabajo quererme, ese es mí trabajo.

Lo peor que ha sucedido jamás es un pensamiento no cuestionado.

La mente sana no sufre, nunca.

El maestro que necesitas es la persona con quien vives. ¿Estás escuchando?

Yo no suelto mis conceptos, los encuentro mediante la indagación y luego, ellos me sueltan a mí.

La realidad es siempre más bondadosa que la historia que contamos acerca de ella.

En última instancia, yo soy todo lo que puedo conocer.

La confusión es la única causa del sufrimiento.

Lo que es, es. No te tocó votar. ¿Te das cuenta?

Tengo muy claro que todo el mundo me ama. Sólo que no espero que ellos lo sepan todavía.

No existen problemas físicos, sólo mentales.

La ruta directa es: “Dios es todo; Dios es bueno.”

La única manera en que puedo estar enojada contigo es cuando yo he pensado, dicho, o hecho algo desagradable en mi propia opinión.

La realidad es Dios, porque reina.



Las cuatro preguntas

Algunas personas recortan esta tarjeta y la llevan consigo a todas horas.

El Trabajo de Byron Katie

1. ¿Es verdad?

2. ¿Puedes saber que es verdad con absoluta certeza?

3. ¿Cómo reaccionas cuando piensas este pensamiento?

4. ¿Quién serías tú, en la misma situación, sin este pensamiento?

Dale la vuelta al pensamiento original 2002 Byron Katie Inc.



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